Uno de los pilares de la espiritualidad tradicional Maya es el de honrar la memoria de nuestros ancestros a través de nuestras ceremonias, oraciones y rituales, pues comprendemos el valor de los caminos que ellos recorrieron antes que nosotros y el poder de su herencia, guía y sabiduría en el camino que estamos transitando juntos como linaje.
Reconocemos lo esencial y poderoso que es que nuestros ancestros permanezcan presentes en nuestra espiritualidad y en nuestros corazones, y aunque agradecemos y honramos a nuestros abuelos y abuelas ancestrales cada día, también tenemos un momento especial para recordarles. Este momento es el 1 y 2 de noviembre, que es cuando celebramos la memoria de aquellos que emprendieron su viaje a otra dimensión antes que nosotros.
Aunque estas fechas coinciden con las celebraciones católicas del Día de Todos los Santos y el Día de los Muertos, algo que seguramente está relacionado al sincretismo religioso que se dio después de la invasión de América, los abuelos Mayas nos han transmitido que la verdadera importancia de estas fechas radica en el Corazón del Cielo. Durante estos días existe una línea sutil en la que las realidades de este mundo y el mundo de quienes han transcendido se tocan. Este portal energético que nos conecta con la otra dimensión se abre con el paso del Sol por el Nadir. Durante el Nadir el Sol está directamente debajo de nosotros, brillando sobre nuestros antepasados y acercándonos a ellos.
El Nadir y del Cenit -durante el Cenit el Sol está directamente sobre nosotros-, son eventos astronómicos complementarios que nos conectan con el Corazón de la Tierra y el Corazón del Cielo, con los planos y dimensiones que se encuentran arriba y abajo.
En este momento de Nadir, honremos a nuestros Abuelos y Abuelas ancestrales. Recordemos que venimos de un largo linaje de antepasados y que sus logros, dificultades y evolución nos fueron transmitidos como un legado para nuestras vidas. Estamos influidos por todos los ancestros que nos precedieron, por ello rememorar su recuerdo y su valor, celebrarlos y ser conscientes de que su existencia forma parte de nuestro origen, de nuestro destino, nos ayuda a acercarnos también a nuestro propio propósito en la vida.
Hoy y mañana hagámoslos presentes en nuestro altar, encendamos velas en su memoria, alimentemos sus almas y compartamos con ellos, conectemos con su energía, sabiduría y esencia. Agradezcámosles su herencia y elevemos una oración para honrarles, para recordar que una gran parte de lo que somos, una gran parte de nuestro ser, existe gracias a ellos.
"Grandes Abuelos y Abuelas, grandes ancestros que nos han precedido en esta realidad, en este día en que su presencia es más poderosa queremos honrarlos y recordarlos, queremos agradecer su legado, su guía y su protección. Nuestro corazón los llama para que sus latidos se sintonicen con los nuestros, somos sus descendientes, las semillas que ustedes plantaron, los descendientes que los suceden en el paso por esta realidad para continuar con el proceso de sanación y crecimiento de su legado, por esto les damos las gracias. Su conciencia ha influido en el linaje del que formamos parte, sus logros y carencias nos han traído hasta este momento y por ello, pedimos que juntos podamos avanzar para cumplir con el destino que se trazó al inicio de la Creación. Pedimos su guía para cumplir el propósito de nuestra vida individual y el destino que compartimos como linaje. Damos gracias por su existencia, su herencia y su energía en nuestras vidas. Honramos la vida de todos y cada uno de ustedes y por ello, damos gracias, tres veces damos gracias".
-Oración de un ancestro de mi linaje, el Abuelo Carlos Barrios
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